De entre los juegos, hay que
destacar a los juegos populares (Rebollo, 2002) y los deportes autóctonos,
los cuales han supuesto durante milenios la única escuela de formación
física, de relaciones sociales y de aprendizaje para miles de
personas en todo el mundo. Estos juegos y deportes tradicionales arraigaron
en determinados ambientes llegando a convertirse en parte de nuestra
historia y en pilares de nuestra cultura.
Los juegos son el espejo de la
sociedad y los mensajes que reflejan son tan variados y originales como
las sociedades que los hacen emerger (Lavega et al. 2006). Es un
patrimonio común que se encuentra agredido constantemente por los avances de
la vida sedentaria y por la limitación de los espacios de juego como
consecuencia del desarrollo urbano (Vizuete, 1997); en otras
palabras, el progreso ha eliminado numerosas manifestaciones sociales,
costumbres y tradiciones, asentando en la sociedad un estilo de vida más sedentario.
Si a lo largo de la historia los
juegos populares han sido la única Educación Física y nos han mantenido de una
forma natural durante un largo periodo de tiempo, creemos que está
suficientemente justificada la inclusión de los juegos populares dentro de la presente programación.
A pesar de ello, la actividad
física está perdiendo terreno en el tiempo de ocio de los jóvenes frente a
otras ofertas mucho más atrayentes, puesto que cada vez son más los niños
que se entretienen con juguete electrónicos, lo que podría llevar a la
desaparición paulatina de los juegos tradicionales.
Determinados hábitos sociales y
formas culturales propios de determinadas sociedades se van
perdiendo debido a la tendencia actual de homogeneización cultural, que
tiende a substituir la cultura popular por otra dominante, diferente y extraña,
pero que tiene una difusión más amplia a través de los medios de
comunicación (Ortí, 2003). A raíz de esta pérdida de importancia, ha surgido una
corriente, promovida desde los centros educativos y los organismos autonómicos, con
objeto de paliar la desaparición y de recuperar y dar a conocer
estos recursos lúdicos (Méndez, 1999).
Debemos recuperar el interés de
los escolares y de los jóvenes por este tipo de prácticas tan arraigadas
en nosotros, en nuestro pueblo, las cuales contribuyen a crear un espíritu
de región y de comunidad autónoma.
Gracias a la gran riqueza
pedagógica que poseen los juegos tradicionales (Guerrero y Sánchez Baltasar,
2006) podemos transmitir características, valores, formas de vida,
tradiciones de diferentes zonas, etc. …Al mismo tiempo, tal y como señalan Daniel
y Sánchez Sánchez (2003), estaríamos propiciando, por un lado, la
agudización del ingenio y la creatividad mediante la construcción del propio
material de juego y la adecuación del espacio, y mejorando la
integración y socialización.
Igualmente os propongo en el siguiente enlace una recopilación de Juegos Populares y Tradicionales realizado por el Ayuntamiento de Madrid, en el que se recogen juegos propios de nuestra Comunidad.
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